miércoles, 26 de octubre de 2011

Humanos-micos por las calles de nuestra ciudad

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 Fotos proporcionadas por los deportistas
Jonathan Steven Vargas Llano

El corazón le latía rápido, el sudor empezaba a notarse bajo sus axilas, sus “parceros” le gritaban desde atrás palabras de apoyo mientras los dos metros de altura que tenía ese primer piso se multiplicaban por cuatro. De pronto se notó un cambio en la expresión de su cara, ya no estaba asustado, dio unos cuantos pasos para atrás, se persignó, y empezó a correr hacia el borde de la plancha”. Entonces dio un gran salto, cayendo en una montañita de arena que estaba en la parte de abajo, riéndose se levantó de allí, se sacudió y con una gran sonrisa evidenció la emoción tan grande que había sentido.

Grupos de jóvenes se reúnen algunos días de la semana para practicar un nuevo deporte, que está cogiendo fuerza en Colombia en los últimos años, el parkour, un deporte underground que nació en Francia, denominado el arte del desplazamiento”, que utiliza las habilidades del cuerpo para superar obstáculos que se encuentren en el camino, como paredes, barandas o escaleras. 

Mientras se amarra con fuerza los cordones de sus zapatos, Daniel Galvis cuenta cómo el parkour le cambió la vida, y le ayudó a encontrar equilibrio. 

Algunos pueden considerarlo un deporte, otros una forma de vida, otros un arte y algunos hasta una filosofía. Pero igual todos tienen el mismo lema, “ser y durar”, definiendo bien el concepto principal de este deporte: creer en uno mismo, auto superarse, no crearse límites interiores, todo esto gracias a la confianza propia que se tiene, pero sin ponerse a uno mismo en peligro a la hora de realizar una maniobra.

El parkour les ha dado a los jóvenes algo con lo que puedan entretenerse sanamente, haciendo que sus habilidades físicas y mentales crezcan gracias a este movimiento urbano, que invita a la recreación y el mantenimiento de un cuerpo y un espíritu activo.

Daniel es un joven estudioso, que siempre en el colegio saca muy buenas notas, lo que le hace feliz, pues sus padres se sienten muy orgullosos de él. Pero a veces se preguntaba si podría haber algo que lo ayudara a sentirse un poco más libre que cuando solo se dedicaba a estudiar y a leer libros.

Fue entonces cuando un día en el que se encontraba reunido con sus amigos, empezaron a retarse unos a otros a saltar de un muro a otro o a saltar por encima a algún compañero. En ese momento se dieron cuenta que hacer esto les producía emoción y que hacia vibrar sus cuerpos. Cada vez querían sentir más. Así que decidieron hacer esto más seguido, y con el tiempo aprendieron algunas maniobras que tenían un poco más de dificultad, pues cuanto más dura fuera la parada, mayor adrenalina corría por sus cuerpos.

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A los pocos días de empezar con esta actividad, se dieron cuenta, gracias al internet, de que existía un deporte similar al que estaban descubriendo. Al conocerlo se enamoraron de él y lo convirtieron en su hobby por excelencia.

Al encontrar en la web información sobre el parkour, decidieron identificarse como traceurs, por el nombre en francés que reciben sus practicantes. Y para hacerse notar, decidieron organizar un grupo, para lo cual empezaron con la búsqueda de un nombre apropiado que sonara bien y los identificara. Ya después lo que se vino fue la integración de personas que quisieran empezar a practicar este nuevo deporte en la ciudad, sin restricciones de ningún tipo. Lo único que pedían eran ganas de aprender esta cultura.

 “Con los parceros, empezamos a regar la bola de que íbamos a crear un grupo de parkour bien bacano, entonces muchos amigos de amigos se dieron cuenta, y nos preguntaban cositas acerca del deporte, entonces nosotros le decíamos todo muy bien, para que se interesaran y entraran a formar parte del grupo, y así empezamos a crecer.”

Daniel Galvis, como líder del grupo de parkour de Santa Rosa de Cabal, llamado “Prodigio Urbano”, se encarga de crear unas rutinas para todos, un horario en el que se puedan reunir todos a entrenar, de dirigir los calentamientos, los ejercicios, y las rutas por las cuales van a hacer el deporte. 

Algunos de estos jóvenes cuando salen a la calle a realizar sus maniobras, reciben comentarios por parte de gente. “Estos tipos están locos”, “parecen micos”, o “muchos gamines estos culicagados”, son algunos de los que recuerdan con satisfacción. Pero además de las reacciones en las calles, en casa también tienen que soportar a sus padres, echándoles cantaleta por hacer esta práctica tan peligrosa, como en el caso de Daniel, a quien sus papás muchas veces le ponen restricciones, a causa de que ya ha sufrido numerosas lesiones.

 “Practicando parkour me he dislocado la rodilla derecha, el codo izquierdo, los cuatro dedos de la mano… Y aunque mis papás se asustan mucho y empiezan a echar cantaleta por seguir practicando el deporte, al final se acostumbran pues saben que esto es lo que me gusta, y además no es nada malo”.

Ahora Daniel y sus amigos esperan llegar a ser más reconocidos como practicantes y seguidores de esta cultura urbana, en la que pueden correr sin restricciones ante los obstáculos del camino, tal como si fueran humanos-micos, fijando siempre la mirada hacia su meta principal.

 “Yo aspiro poder salir alguna vez en una entrevista para un canal, o en un video bien bacano, o en una noticia del periódico, pues me quisiera destacar por realizar este deporte, pues muy pocos en el país lo practican o ni siquiera lo conocen”, afirman.


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